Endometriosis y microbiota

 


🌿 Endometriosis y Disbiosis Intestinal: Una Conexión Silenciosa que Merece Atención

Introducción

La endometriosis, una enfermedad inflamatoria crónica dependiente de estrógenos, afecta entre el 6 y el 10% de las mujeres en edad reproductiva. Aunque tradicionalmente se ha considerado una afección ginecológica, hoy se reconoce su impacto sistémico, incluyendo el aparato digestivo, el sistema inmunológico y la microbiota intestinal.

¿Qué es la disbiosis intestinal?

La disbiosis es un desequilibrio en la composición de la microbiota intestinal, caracterizado por una disminución de bacterias beneficiosas (como los lactobacilos) y un aumento de microorganismos patógenos o proinflamatorios. Este desequilibrio puede alterar la permeabilidad intestinal, activar respuestas inmunes y contribuir a estados inflamatorios crónicos.

🔄 El vínculo entre endometriosis y disbiosis

Diversos estudios han identificado alteraciones en la microbiota intestinal y vaginal de mujeres con endometriosis. Se observa un predominio de cepas como Firmicutes, Pseudomonas spp, Clostridiales, Prevotella spp, Atopobium spp y Actinobacteria, en comparación con mujeres sin la enfermedad.

Este desequilibrio puede:

Aumentar la producción de citocinas proinflamatorias.

Alterar la modulación del sistema inmunológico.

Favorecer la permeabilidad intestinal (“intestino permeable”), facilitando la migración de endotoxinas al torrente sanguíneo.

Potenciar la inflamación sistémica de bajo grado, característica de la endometriosis.

🧠 Síntomas digestivos frecuentes

Muchas pacientes con endometriosis reportan síntomas digestivos persistentes, incluso cuando su enfermedad ginecológica está “controlada”:

Hinchazón abdominal

Dolor al defecar

Náuseas

Sensación de pesadez postprandial

Alteraciones en el tránsito intestinal (diarrea o estreñimiento)

Estos síntomas pueden confundirse con SII (síndrome de intestino irritable), pero en muchos casos están relacionados con la disbiosis y la inflamación crónica.

🧪 Biomarcadores y nuevas estrategias

Se investiga el uso de ciertos patógenos como biomarcadores diagnósticos y el papel de la zonulina como indicador de permeabilidad intestinal. Además, algunos probióticos como Lactobacillus gasseri OLL2809 han mostrado efectos positivos en la reducción del dolor y la inflamación, al estimular la producción de IL-12.

🌱 Enfoque funcional y terapias complementarias

Un abordaje funcional puede incluir:

Dieta antiinflamatoria personalizada (baja en FODMAPs, rica en polifenoles y prebióticos).

Suplementación con probióticos específicos.

Evaluación de intolerancias alimentarias (IgG).

Apoyo emocional y estrategias de regulación del eje intestino-cerebro.


Mg. Geraldine Maurer 

Consultorio Nutricional 975342724

Acido Propionico y Autismo

 


🧠 Ácido Propiónico: El Metabolito Silencioso que Puede Afectar la Conducta en el Autismo

En el abordaje funcional del Trastorno del Espectro Autista (TEA), cada vez se reconoce más el papel del sistema digestivo y sus metabolitos en el comportamiento, la cognición y la salud neurológica. Uno de los compuestos que ha despertado especial interés es el ácido propiónico, un ácido graso de cadena corta (AGCC) que puede tener efectos neurotóxicos cuando se acumula en exceso.

🔬 ¿Qué es el ácido propiónico?

El ácido propiónico (AP) es un metabolito producido naturalmente en el intestino por ciertas bacterias del microbioma, especialmente especies como Clostridium, Propionibacterium y Bacteroides. También se encuentra como aditivo alimentario (E280) en productos industrializados como:

Panes y productos de pastelería

Embutidos

Quesos procesados

Bebidas fermentadas

En condiciones normales, el AP cumple funciones beneficiosas: sirve como fuente de energía para las células del colon y participa en la regulación del metabolismo. Sin embargo, en niños con TEA, su acumulación puede tener efectos adversos.

⚠️ ¿Cómo se relaciona con el TEA?

Diversos estudios han demostrado que niveles elevados de ácido propiónico pueden alterar funciones neurológicas y conductuales. Los mecanismos incluyen:

Neuroinflamación: El AP puede activar microglía y generar inflamación cerebral.

Alteración del ciclo de Krebs: Interfiere con la producción de energía celular, generando fatiga y disfunción mitocondrial.

Disrupción de neurotransmisores: Afecta la síntesis de dopamina y serotonina, claves en el lenguaje, la atención y el estado de ánimo.

Permeabilidad intestinal: Promueve el “intestino permeable”, facilitando el paso de toxinas al sistema nervioso.

Conductas repetitivas y regresión: En modelos animales, la administración de AP induce comportamientos similares al autismo.

🧪 Evidencia científica

Un estudio publicado en Neuropharmacology (MacFabe et al.) demostró que la inyección de ácido propiónico en ratas provocaba:

Hipersensibilidad sensorial

Aislamiento social

Conductas estereotipadas

Alteraciones en la expresión génica cerebral

Esto sugiere que el AP puede actuar como un “modelo ambiental” de autismo, especialmente en niños con predisposición genética y disbiosis intestinal.

🥦 ¿Cómo reducir el ácido propiónico?

Desde la nutrición funcional, se pueden tomar medidas para disminuir su producción y efectos:

1. Dieta libre de aditivos: Evitar alimentos procesados con conservantes como E280.

2. Modulación de microbiota: Reducir bacterias productoras de AP (como Clostridium) mediante probióticos, prebióticos y antimicrobianos naturales.

3. Suplementación con NAC y Glutatión: Ayudan a neutralizar el estrés oxidativo inducido por el AP.

4. Apoyo mitocondrial: Con nutrientes como CoQ10, carnitina, B12 y P5P.

5. Evaluación funcional: Pruebas de ácidos orgánicos en orina pueden detectar niveles elevados de AP.

👨‍👩‍👧‍👦 Un llamado a los padres

El ácido propiónico no es un enemigo en sí mismo, pero su exceso puede ser una pieza clave en el rompecabezas del TEA. Comprender su origen, impacto y cómo modularlo permite a los padres tomar decisiones informadas y personalizadas en el tratamiento nutricional de sus hijos.

mi hijo no come bien

 


“Mi hijo no come bien”: El llamado urgente a las familias jóvenes para prevenir la obesidad infantil

En muchos hogares, la escena se repite: niños pequeños que rechazan las verduras, exigen gaseosas y viven entre snacks ultraprocesados. Padres que, entre el trabajo, el estrés y la falta de tiempo, ceden a la comodidad de la comida rápida. Pero detrás de esta rutina cotidiana, se esconde una realidad alarmante: la obesidad infantil se ha convertido en una de las mayores amenazas para la salud pública del siglo XXI.

Los niños obesos de hoy… vivirán menos que sus padres

Sí, así de crudo. Los estudios muestran que los niños con obesidad tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como:

Diabetes tipo 2

Hipertensión y colesterol elevado

Problemas cardiovasculares

Trastornos del sueño y del estado de ánimo

Y lo más grave: su esperanza de vida puede ser menor que la de sus padres, algo que nunca había ocurrido en generaciones anteriores.

El cambio empieza en casa… y con los padres

Los niños no compran lo que comen. No cocinan. No deciden qué hay en la despensa. Los padres son el primer modelo de alimentación y estilo de vida. Si mamá y papá comen frente al televisor, si el desayuno es gaseosa y pan blanco, si no hay frutas ni verduras en la mesa… el niño aprende que eso es “normal”.

Pero también ocurre lo contrario: cuando los padres se comprometen con su salud, cocinan juntos, prueban nuevos sabores y celebran los pequeños logros, los niños se contagian de ese entusiasmo.

¿Por dónde empezar?

Aquí van pasos simples pero poderosos:

Haz del agua la bebida principal: las gaseosas no deben ser parte del día a día.

Incluye frutas y verduras en cada comida: aunque sea en pequeñas cantidades, la exposición repetida genera aceptación.

Evita tener comida chatarra en casa: si no está disponible, no se consume.

Cocina en familia: los niños que participan en la cocina están más dispuestos a probar lo que preparan.

Sé coherente: no puedes pedirle a tu hijo que coma brócoli si tú nunca lo haces.

No se trata de perfección, sino de intención

No buscamos familias perfectas, sino conscientes. Cada decisión cuenta. Cada cambio suma. La prevención de la obesidad infantil no empieza en el consultorio, sino en la cocina de casa.

Y tú, como madre, padre o cuidador, tienes el poder de cambiar el rumbo. No solo por tus hijos, sino por toda una generación que merece crecer sana, fuerte y con futuro.

caseina y autismo

 


Leche y Autismo: Un Vínculo que Va Más Allá de la Nutrición

Muchos padres de niños con autismo exploran dietas especiales para mejorar el bienestar de sus hijos, y la eliminación de los lácteos es una de las estrategias más comunes. Para entender por qué, es crucial conocer la composición de la leche y cómo sus proteínas pueden influir en el sistema digestivo y neurológico.

Composición de la leche: Caseína y Lactoalbúmina

La leche de vaca está compuesta principalmente por agua, grasas, carbohidratos (lactosa) y proteínas. Las dos proteínas más importantes son la caseína y la lactoalbúmina (a veces llamada proteína del suero).

  • Caseína: Representa cerca del 80% de las proteínas de la leche. Se agrupa en micelas, lo que la hace de digestión lenta. La caseína es conocida por generar péptidos como la casomorfina, que tiene una estructura similar a los opiáceos y puede afectar el sistema nervioso.

  • Lactoalbúmina: Constituye aproximadamente el 20% de las proteínas restantes. Es una proteína del suero, de digestión rápida.

Ambas proteínas pueden desencadenar respuestas inmunes en personas sensibles, lo que lleva a alergias e inflamación.

Alergias e Intolerancias a los lácteos en la población

Es fundamental diferenciar entre una alergia y una intolerancia.

  • Alergia a la proteína de la leche de vaca (APLV): Es una respuesta del sistema inmunológico a las proteínas de la leche, ya sea la caseína o la lactoalbúmina. Esta alergia puede ser mediada por anticuerpos IgE (reacción inmediata) o por anticuerpos IgG (reacción más lenta). Se estima que la APLV afecta a un pequeño porcentaje de la población, siendo más común en bebés y niños pequeños, con una prevalencia de alrededor del 2-3%.

  • Intolerancia a la lactosa: Es la incapacidad de digerir el azúcar de la leche, la lactosa, debido a la deficiencia de la enzima lactasa. No es una respuesta del sistema inmune, sino un problema digestivo que causa síntomas como hinchazón, gases y diarrea. La intolerancia a la lactosa es mucho más común que la alergia, afectando a un gran porcentaje de la población adulta a nivel mundial.

La Situación en Latinoamérica

En América Latina, la prevalencia de la intolerancia a la lactosa es particularmente alta. Estudios indican que más del 50% de la población puede tener algún grado de intolerancia, una cifra que en algunas regiones indígenas puede superar el 80%. Esto se debe, en gran medida, a factores genéticos que reducen la producción de lactasa después de la infancia.

Aunque la APLV es menos común, las alergias mediadas por anticuerpos IgG son un tema de creciente interés, ya que pueden manifestarse con síntomas inespecíficos que a menudo no se asocian con la comida.

La Conexión con el Autismo: Más Allá de la Digestión

En el contexto del autismo, el problema de los lácteos no se limita a la intolerancia a la lactosa. La principal preocupación se centra en las proteínas, especialmente la caseína. La hipótesis es que:

  1. Inflamación intestinal: Las alergias e intolerancias (incluyendo las de tipo IgG) pueden causar una inflamación crónica en el intestino.

  2. Aumento de la permeabilidad intestinal ("intestino permeable"): La inflamación crónica puede dañar la barrera intestinal, permitiendo que las proteínas de la leche (caseína y lactoalbúmina) pasen al torrente sanguíneo sin ser completamente descompuestas.

  3. Impacto neurológico: Una vez en el torrente sanguíneo, los péptidos de la caseína (casomorfina) podrían llegar al cerebro, a través de una barrera hematoencefálica más permeable, afectando los receptores opioides y potencialmente exacerbando síntomas neurológicos y conductuales comunes en el autismo.

La eliminación de lácteos, junto con el gluten, es una de las estrategias dietéticas más exploradas para mejorar el comportamiento, el sueño, la concentración y las habilidades sociales en algunos niños con autismo. Siempre es recomendable que cualquier cambio en la dieta se realice bajo la supervisión de un profesional de la salud, como un nutricionista o médico especializado.

Alergias IgG y autismo

 


Alergias Alimentarias IgG, Inflamación Intestinal y Sistémica en Autismo

Las alergias alimentarias de tipo IgG, también conocidas en algunos países como "intolerancias alimentarias mediadas por IgG", son reacciones del sistema inmunológico frente a proteínas de los alimentos que se repiten de manera crónica. A diferencia de las alergias clásicas mediadas por IgE (que generan reacciones inmediatas y a menudo graves, como anafilaxia, urticaria o broncoespasmo), las reacciones IgG suelen ser más retardadas y sutiles. Se manifiestan horas o incluso días después de la ingesta del alimento y están asociadas a síntomas digestivos, dermatológicos, neurológicos y de comportamiento.

Inflamación intestinal y autismo

En el contexto del Trastorno del Espectro Autista (TEA), la inflamación intestinal juega un rol crucial. Muchos niños con TEA presentan disbiosis intestinal, aumento de la permeabilidad intestinal ("intestino permeable") y reacciones inmunológicas a proteínas alimentarias. La producción de anticuerpos IgG contra ciertos alimentos puede desencadenar una respuesta inflamatoria crónica en el intestino, alterando la microbiota y generando metabolitos que impactan en el sistema nervioso.

Este proceso inflamatorio intestinal no se limita al aparato digestivo: las moléculas inflamatorias, toxinas bacterianas y metabolitos atraviesan la barrera intestinal y llegan al torrente sanguíneo, promoviendo lo que se denomina inflamación sistémica. Esta condición está vinculada con alteraciones inmunológicas, estrés oxidativo y neuroinflamación, todos factores que se han relacionado con la fisiopatología del autismo.

Inflamación sistémica y manifestaciones en TEA

La inflamación sistémica derivada de la reacción inmunológica a los alimentos puede afectar diversas áreas:

  • Sistema nervioso central: se asocia a problemas de conducta, irritabilidad, déficit de atención y alteraciones del sueño.

  • Sistema digestivo: genera dolor abdominal, diarrea, estreñimiento y distensión.

  • Metabolismo: favorece estados de estrés oxidativo, alteraciones en neurotransmisores y déficit de micronutrientes.

Evidencia científica: estudio Food Intolerance in Children with Autism Spectrum Disorders

Un estudio titulado Food Intolerance in Children with Autism Spectrum Disorders evaluó la prevalencia de intolerancias alimentarias mediadas por IgG en niños con TEA. Los hallazgos principales fueron:

  • Los niños con TEA presentaron niveles significativamente más altos de anticuerpos IgG frente a ciertos alimentos en comparación con niños neurotípicos.

  • Las proteínas más comúnmente implicadas incluyeron leche de vaca, gluten (trigo), huevo y soya.

  • Se observó correlación entre niveles elevados de IgG y la severidad de síntomas gastrointestinales y conductuales.

  • El estudio refuerza la hipótesis de que la reactividad inmunológica frente a alimentos contribuye a la inflamación intestinal y sistémica, impactando en la neurofisiología y el comportamiento de los niños con TEA.

Conclusión

Las alergias alimentarias mediadas por IgG o "intolerancias" son un mecanismo importante de inflamación crónica en niños con TEA. Su identificación y manejo, a través de pruebas específicas y protocolos de dieta personalizada, pueden contribuir a reducir la inflamación intestinal y sistémica, mejorando tanto los síntomas digestivos como las manifestaciones conductuales y cognitivas. Este enfoque refuerza la importancia de una nutrición funcional e individualizada en el abordaje del autismo.

intestino permeable

 



Intestino Sano, Inflamado o Permeable: Una Guía Sencilla para Padres de Niños con Autismo

Estimados padres,

Sabemos que la salud de sus hijos es lo más importante, y que el autismo a menudo viene acompañado de desafíos que pueden parecer complejos. Hoy queremos simplificar un tema crucial: la salud intestinal. El intestino no solo digiere la comida, sino que es un pilar fundamental para la salud general y, cada vez más, se entiende su conexión con el cerebro y la conducta.

Hablemos de tres estados importantes del intestino que pueden influir en el bienestar de sus hijos: el intestino sano, el intestino con inflamación y el intestino con permeabilidad intestinal.


1. El Intestino Sano: ¡Nuestro Héroe Protector!

Imagina el intestino de tu hijo como un largo tubo con una pared interna muy especial, cubierta por una capa de moco y billones de bacterias "buenas" (la microbiota). Esta pared tiene uniones muy, muy apretadas entre sus células, como ladrillos perfectamente sellados con cemento fuerte.

¿Cómo funciona?

  • Barrera Perfecta: Solo permite el paso de nutrientes digeridos al torrente sanguíneo, impidiendo que sustancias no deseadas (como bacterias "malas", toxinas o partículas grandes de alimentos) se escapen.

  • Equilibrio Bacterial: Tiene una gran variedad de bacterias beneficiosas que producen vitaminas, fortalecen las defensas y ayudan a la comunicación con el cerebro.

  • Poca Inflamación: Hay un equilibrio que mantiene la calma, sin "incendios" internos.

En un niño con autismo y un intestino sano: Es más probable que absorba bien los nutrientes esenciales para el cerebro y el desarrollo, y que la comunicación con el cerebro sea más fluida, contribuyendo a un mejor bienestar general y conductual.


2. El Intestino con Inflamación: El "Incendio Silencioso"

Ahora, piensa que en esa pared intestinal hay un pequeño "incendio" o irritación constante. Esto es la inflamación intestinal. Puede ser causada por muchas cosas: una dieta poco saludable (mucho azúcar, alimentos procesados), el uso de ciertos medicamentos, estrés crónico o un desequilibrio en las bacterias intestinales (pocas "buenas" y muchas "malas").

¿Qué sucede?

  • Irritación Constante: La pared intestinal está irritada y las células pueden empezar a funcionar mal.

  • Síntomas: Puede que no siempre se vean síntomas claros. A veces hay molestias digestivas (dolor de barriga, gases, diarrea o estreñimiento), pero otras veces la inflamación es "silenciosa" a nivel digestivo, aunque puede afectar otras partes del cuerpo, incluyendo el cerebro.

  • Impacto en el Autismo: En niños con autismo, esta inflamación, aunque no siempre se sienta directamente en la barriga, puede contribuir a la inflamación cerebral, lo que se ha asociado con desafíos en la conducta, el enfoque, el estado de ánimo y las interacciones sociales.


3. El Intestino con Permeabilidad Intestinal (o "Intestino Permeable"): Las "Fugas" en la Barrera

Este es quizás el concepto más importante. Imagina de nuevo esa pared de ladrillos del intestino. En la permeabilidad intestinal, las uniones apretadas entre los ladrillos (células) se aflojan o se "abren". Es como si el cemento entre ellos se hubiera debilitado y ahora hay pequeñas grietas.

¿Qué sucede?

  • Paso de No Deseados: A través de estas "grietas", sustancias que normalmente no deberían salir del intestino (como partículas grandes de alimentos no digeridos, toxinas bacterianas o incluso bacterias enteras) pueden "escaparse" y entrar al torrente sanguíneo.

  • Alarma Inmune: Cuando estas sustancias extrañas entran a la sangre, el sistema inmune del cuerpo las detecta como "invasores" y lanza una respuesta. Esto genera más inflamación en todo el cuerpo.

  • Relación con Inflamación: La permeabilidad intestinal y la inflamación suelen ir de la mano. La inflamación puede causar permeabilidad, y la permeabilidad puede causar más inflamación. Es un círculo vicioso.

  • Impacto Profundo en el Autismo: En niños con autismo, se ha observado una mayor frecuencia de permeabilidad intestinal. Estas "fugas" y la inflamación resultante pueden influir directamente en el cerebro, afectando:

    • Neurotransmisores: La producción y el equilibrio de sustancias químicas cerebrales importantes para la regulación del estado de ánimo y la conducta.

    • Neuroinflamación: Contribuyendo a la inflamación dentro del propio cerebro, lo que puede exacerbar algunos síntomas del autismo.


¿Qué Podemos Hacer?

Entender estos conceptos es el primer paso. Si bien la enfermedad celíaca es un ejemplo claro donde el intestino permeable juega un papel, en el autismo también es un factor relevante. Trabajar en la salud intestinal de su hijo a través de una alimentación adecuada, la inclusión de prebióticos (alimento para las bacterias buenas) y, bajo supervisión profesional, el uso de probióticos, puede ser una estrategia poderosa.

Consultar con un nutricionista clínico especializado en salud intestinal y neurodesarrollo es fundamental para obtener un plan personalizado y buscar pruebas que evalúen el estado de la microbiota y la permeabilidad intestinal de su hijo. ¡Cuidar el intestino es cuidar el cerebro!

Mg Geraldine Maurer 

Nutricionista Clínica

Consultorio Nutricional 975342724