Oxalosis y mitocondria


Oxalosis urinaria y sanguínea en el autismo: una mirada funcional

La oxalosis es una condición caracterizada por la acumulación excesiva de oxalato en el cuerpo, ya sea en la orina (hiperoxaluria) o en tejidos sistémicos como riñones, vasos sanguíneos, piel y cerebro. Aunque tradicionalmente se ha asociado con cálculos renales, estudios recientes revelan que su impacto va mucho más allá, especialmente en personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA).

Prevalencia en TEA

Según observaciones clínicas y revisiones funcionales, los niños con autismo tienen hasta 3 veces más probabilidades de presentar niveles elevados de oxalato en orina y sangre que los niños neurotípicos. Esta acumulación puede deberse a:

Disbiosis intestinal (bajo Oxalobacter formigenes)

Sobrecrecimiento de Candida albicans

Dietas restrictivas altas en oxalatos

Permeabilidad intestinal y mala digestión de grasas

¿Qué efectos tiene la oxalosis en el cuerpo?

El oxalato es una molécula altamente reactiva que puede formar cristales afilados, causar inflamación y robar minerales esenciales como calcio, magnesio y hierro. Cuando se acumula en sangre y tejidos, puede provocar:

Dolor crónico

Estreñimiento persistente

Irritabilidad y regresión conductual

Daño renal progresivo


Impacto en la mitocondria

La mitocondria, responsable de producir energía celular, es especialmente vulnerable al daño oxidativo. La oxalosis puede afectar su función de varias formas:

Estrategias funcionales

Dieta baja en oxalatos (evitar espinaca, cacao, frutos secos, remolacha)

Suplementación con calcio, magnesio y vitamina B6 (cofactor en la degradación del oxalato)

Probióticos específicos (Oxalobacter, Lactobacillus acidophilus)

Apoyo mitocondrial con antioxidantes: glutatión, NAC, CoQ10, vitamina E

Evaluación funcional: perfil de ácidos orgánicos en orina, DAO, microbiota


Este enfoque permite comprender que la oxalosis no es solo un problema renal, sino un factor inflamatorio y neurobiológico que puede agravar síntomas en personas con autismo. Detectarla y abordarla desde la nutrición funcional puede transformar trayectorias clínicas y mejorar la calidad de vida.