Parkinson y Microbiota

En relación al Parkinson, últimas investigaciones indican que el daño cerebral propio de la enfermedad, está relacionado con una patología intestinal que inflama y afecta al cerebro. 

Los estudios demuestran que muchas personas con Parkinson tienen una microbiota alterada, muy distinta a la de una persona sin Parkinson, encontrando menor cantidad de bacterias que generan butirato, un sustrato energético para las células cerebrales, como bacterias del tipo Prevotella y Clostridiales, que también generan folato y tiamina, vitaminas del complejo B.

Muchos pacientes con Parkinson tienen microorganismos intestinales aumentados de tipo Enterobacteriaceae, siendo proporcional su cantidad a la gravedad de síntomas motores.  

En relación a bacterias beneficiosas que son las productoras de butirato como Lachnospiraceae se las ha identificado en menores cantidades en el curso del trastorno, sugiriendo que estas bacterias beneficiosas se van perdiendo en el curso de la enfermedad.

El butirato es una sustancia que producen muchas bacterias “buenas” del intestino, es el combustible de las células del intestino, manteniéndolo saludable. El butirato llega también al cerebro vía el nervio vago, brinda también energía a las neuronas y mantiene la estructura de la barrera hemato encefálica, protegiendo al cerebro del ingreso de sustancias nocivas.  Cuando el cerebro se inflama y las neuronas dejan de nutrirse adecuadamente dañándose.

La sinucleina es una sustancia que se genera en exceso cuando hay un daño intestinal y esta migra del intestino al cerebro, vía el nervio vago, dañándolo poco a poco, dando como resultado los daños motores que dan las características al trastorno del Parkinson. (ver gráfico). 

El tratamiento nutricional es clave en pacientes con Parkinson, debido a que se debe ayudar a desinflamar el intestino mediante alimentos convenientes para el paciente que eviten la inflamación. Entre los alimentos más inflamatorios que se deben evitar se encuentra: El azúcar, el gluten, los lácteos por ejemplo. Como segundo objetivo repoblar la microbiota con bacterias antiinflamatorias, para ello ayuda mucho la prueba de microbiota ya que se puede determinar claramente qué bacterias o lactobacilos hay en déficit o exceso. Evitar el estreñimiento también es clave mediante diferentes tipos de fibra dietética, así como brindar aceites de esenciales de buena calidad como los de tipo omega-3 y los de cadena media como el de coco, que tiene una función energética importante, aumentando la energía cerebral.



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